Un día, un día de noche, Dorian miró la luna, y se enamoró de ella.
Era verano, y en el verano la luna todas las noches se ponía distinta, pero hermosa, siempre para que Dorian la mirara. Cada noche, se levantaba y salía de su casa, solo para verla a ella, se iba a un lugar alejado, donde las luces no le vieran, y asi la miraba asombrado por su belleza.
La luna siempre se avergonzaba, pero le gustaba que Dorian la mirase.
Una de las noches la luna no apareció entera, solo apareció uno de sus trozos, Dorian odiaba que sucediera eso, pero incluso con ella por la mitad, seguía impresionado por su belleza.
Así pasó el verano, con la luna poco a poco acostumbrándose a Dorian y volviéndose engreída ya que él la miraraba todas las noches, y Dorian, que cada día se enamoraba más de ella,inconsciente a el amor propio de la luna.
Pasó el otoño, y su relación se intensificó, se vieron menos, pero eso hizo que el amor se hiciera más profundo.
En las vacaciones de invierno, el decidió salir una noche y viajar con ella, se fue a lo más alto de una montaña e intentó tocarla, pero ella no se acercaba.
-¿Por que no te acercás?-Le decía Dorian con los ojos brillantes.
-Por que no debo acercarme más,no quiero acercarme más.-Le decía la luna harta de que Dorian intentara tocarla, ella era imposible para cualquiera, y quería seguir siéndolo.
Dorian seguía intentando día tras día en el invierno, con el frío congelándole las manos, llegar a la luna, y siempre le preguntaba lo mismo, mientras que ella solo tenía esa contestación.
Dorian terminó por hartarse, la frustración, la impotencia y el frío podían con él.
La luna, que lo había rechazado, durante unos días no le preocupó, ella seguía brillando, pero despues fue preguntándose donde estaba, y algunas veces la luna conseguía verle, pero Dorian no le prestaba atención.
-Dorian, vuelve, dime como de hermosa soy.-Le decía la luna.
Dorian nunca contestaba. La luna ahora cada día intentaba acercarse más a el, cada día estaba más cerca y se veía más y mas grande, ya era primavera y las nubes muchas veces la tapaban, Dorian había dejado de ir a verla definitivamente, ella lo había perdido.
La luna ahora era un ser deprimido, un satélite solitario, nunca nadie la había tratado como él, y hoy ella sigue corriendo de cielo en cielo, buscando a Dorian, siempre en la noche, que es donde lo vió por última vez.
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