Yo soy globero, aunque nunca he estado seguro de si es un término correcto para decir que soy vendedor de globos. En cuyo caso si, soy globero. Toda mi vida he sido globero. Aún teniendo la carrera de medicina, la de derecho, la de arquitectura... soy globero.
Se podría decir que mi hobbie es ser abogado en mi propio bufete, médico de mi propia consulta o arquitecto de cualquier casa y mi trabajo es vendedor de globos y nunca al revés.
La gente me pregunta como es esto, como es que soy así y yo siempre cuento la misma historia.
Yo tuve mi vida resuelta cuando nacieron mis dos primeros hijos, hace 30 años. Por aquel entonces yo ya tenía todos mis hobbies y mi trabajo. Me había casado con una mujer perfecta, una mujer a la que amaba, que valoraba y que sobretodo me era correspondida.
Más tarde, como he dicho ya, nacieron mis dos primeros hijos, y más tarde, mi primera hija.
La felicidad la tuve servida en bandeja de plata, es en lo único que atribuyo a un poco de suerte.
Cuando me preguntan entonces que por que tengo esa obsesión por los globos, por venderlos de forma estúpida, siempre les contesto con una pequeña sonrisa, puesto que me compadezco de la gente que es idiota.
Cuando era niño, como todos, tenía un abuelo. Un abuelo al que adoraba. Él siempre me iba a buscar al colegio (en el cual me aburría), y me llevaba a tomar un helado. Despues de ir a tomar el helado, charlábamos de muchísimas cosas (el era físico matemático) y me inflaba un globo (a forma de premio por la interesante conversación), por que... adivinad que... "Mi abuelo era también globero".
Todavía la gente no llega a comprender la situación, ni la historia por lo tanto, tampoco la razón por la cual empiezo siempre a contar esta historia.
Entonces siempre vuelvo a sonreír.
Cuento que llegó un día en al que mi abuelo los años le empezaron a pasar factura. Su corazón, por muy grande que fuera, empezó a costarle palpitar. Sus ojos lloraban de vez en cuando y bastantes veces no se acordaba de lo que habíamos hablado el día anterior.
Pero entonces un fatídico día le ocurrió todo esto junto. Fue justo en el momento en el que había terminado de inflarme un globo de color verde. Sus últimas palabras fueron "Ten cuidado y no lo sueltes."
La gente ahora suele quedarse un poco aturdida. "Vaya... que duro" es la frase más común.
Mi abuelo siempre me decía en estas conversaciones que había un secreto. "El secreto de vivir" decía él siempre con tono misterioso.
Obviamente no puedo contarlo todo, ya que entonces no sería un secreto, pero si puedo decir palabras suyas y algunas mías.
"Todo tiene sus pros y sus contras y la única forma de vencer a esta certeza es conociendo de cada pro su contra y de cada contra su pro". No olvidemos que hablamos también de la vida.
Y entonces agrego: "Siempre suele ser lo más sencillo e inhóspito el pro de alguna contra, y exactamente igual el contra de un pro, con lo que la conclusión es sencilla".
Normalmente la gente se despide con las misma inquietud y curiosidad, reprochando.
"Todavía no nos ha dicho como es que es globero".
Yo sonrío y siempre digo:
"Vende Globos y lo comprenderás."
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