martes, 11 de enero de 2011

Una realidad muy de pesadilla.

Una luz se encendió en la habitación de Gaby dejando esta  en su perfecto orden.
Claramente hecho por una madre.
En la habitación se veía, encima de una mesa, un porta retratos en el que salía una niña de unos cinco años, con pelo rojo encendido y unos ojos verdes, sonriendo mientras posaba.
Gaby estaba cansada, había pasado un día ajetreado, llevando a mamá al hospital.
La pobre se sentía agotada.
Papá se había quedado abajo, estaba un poco disgustado, pero era por que mamá no estaba en casa, como se había tenido que quedar en el hospital...
Pero eso no podía evitar que Gaby se durmiera, mamá solo estaba un poco pachucha. Lo único que ponía un poco nerviosa a Gaby era que a mamá la iban a tener que pinchar, y eso a Gaby no le gustaba, pero aun así sabía que ella era fuerte y que mañana la despertaría con el desayuno en la cama, que no había cole.
Gaby se vistió y se metió en la cama, entonces escuchó que su papá salía con el coche... Bah... seguro que la abuela estaría a punto de llegar.
Gaby cerró los ojos y se quedo dormida.


Hola cielo, perdona que entre sin llamar, pero es que esta no es la hora, ni el momento y menos el lugar. Todo esto te parecerá extraño, pero tranquila, mañana ni te acordarás,  "tan solo fue un sueño" te repetirás y cuando pienses que algo va mal, mi consuelo en tus oídos escucharás.
He venido por que tenía que verte una vez más, de ahora en adelante de esta forma será, por que aunque parezca mentira, en el cielo tengo que estar.
Solo puedo venir a verte en sueños, no me dejan hacer nada más, solo me dejan tenerte en mis brazos cuando con los ojos dormidos estás y no quería irme sin pasarte a saludar.
Quiero que sepas que siempre estaré contigo, ayudándote en todo, moviendo hilos, haciéndote la vida más fácil, y sufrirás cariño, por eso desde ahora te pido perdón, lo siento muchísimo. Así es cielo, no puedo evitar el sentirme mal por esto, pero solo he venido para darte un beso y sonreírte, que es esa la imagen que quiero que tengas cuando mi foto mires.
Bueno cielo, tendré que ir marchándome, por que tampoco me dejan estar mucho tiempo, tengo que dejar que descanses, pero prométeme que serás feliz, te ponías tan guapa al reír... y esa es la única imagen que quiero de ti, ¿de acuerdo?
Tengo que marcharme cielo, pronto nos veremos, cuida bien de tu padre, te quiero.


Gaby se despertó sobresaltada, era por la mañana y aún no había amanecido, así que era muy temprano, o muy tarde según se mirase.
Y era tarde.
Gaby buscó a tientas la luz, esperando poder bajar e ir con papá, que estaría solo y triste en su cama.
Gaby fue y no lo encontró en la cama, todavía no había vuelto. La abuela estaba en la cocina, pero Gaby aún estaba cansada y no tenía ganas de ir a ver a su abuela, ahora no.
Gaby volvió a la cama, esperando volver a ver a mamá.
Deseo que tuvo desde entonces.

viernes, 7 de enero de 2011

Balada de Corneta.

Un sonido melodioso, lleno de armonía y dulzura, embargaba todo el ambiente.
Y no era un ambiente melodioso, lleno de armonía y dulzura.
Ya daban las agujas la media noche, y mientras las farolas iluminaban aquel paraje que más adelante sería imitado por el cine histórico, un movimiento de árboles se unía a ese sonido melodioso que cada vez parecía mas cercano.
Entonces, bajo la sombra de aquella enorme pared, aparecieron varios hombres, todos trajeados y pulcros, quizás solo en apariencia, quizás no. Los hombres vestían de un color gris monótono, en realidad, toda aquella época parece ser algo gris y monótona.
Entonces, al entrar el cuarteto de hombres exactamente iguales, apareció uno más bajito, que distinguía del resto.
-Está listo mein führer.-Dijo una voz alta y clara. El hombre bajito hizo menear su bigote un momento con cara seria, luego asintió con la cabeza.
No era señal de afirmación.
- Traedlo.-Musitó el mismo a otro igual. 
Hubo un poco de movimiento, pero todo el ambiente seguía igual, el sonido melodioso seguía sonando y todos los presentes no se movían, eran estatuas humanas perfectamente conjuntadas, mirando hacia el frente, formando un pasillo.
Entonces, en aquel escenario gris, apareció un color amarillento, acorralado y apresado.
El señor bajito ni siquiera movió la mirada.
-Mein führer, a su señal.-Dijo nuevamente el hombre con una voz clara, aunque no tan alta.
El hombre bajito, poniendo las manos detrás del cuerpo, asintió de nuevo y miró al hombre amarillento.
Entonces el hombre amarillento miró resignado, pero con una extraña sonrisa en la cara, algo que desentonaba con el resto del lugar.
De repente, todo quedo en silencio. Apenas se intuían los pasos del hombre... que se dirigían hacia la pared. La corneta sonó.
 - ¡Trigger... Point!
Los hombres dieron un paso al frente y salieron de allí.