Yo venía de pasear el perro, era temprano, pero el pobre Pereira si no corre por la mañana, se pone insoportable. Una vez más me encontré con mi amigo el cartero, pero éste ya me había dejado el correo en mi buzón, con lo cual no pude ni siquiera imaginarme nada.
Cuando entré en casa, tuve que agacharme para agarrar las cartas, tendría que hacer un buzón en la puerta para no hacerlo más, que los años cobran factura.
Cartas típicas de publicidad y alguna que otra factura, nada del otro mundo, pero entonces, una carta dedicada personalmente con una firma me llamó la atención, la reconocí al instante, y hasta que recuperé la compostura, tarde un ratito.
Fuí hasta el sillón, ya tenía encendida la chimenea, y leería la carta tranquilo y sin pausa.
Querido Amigo:
Sé que hace casi 50 años que no te escribo, ni siquiera sé si estás aún entre nosotros, pero hoy digamos que tuve la señal, la certeza, la ilusión y las ganas de escribirte, digamos que tuve todo aquello que no he tenido hasta ahora, todo aquello que se podría resumir en una sola palabra, voluntad.
No te extrañes por todo esto, la verdad es que siempre te tuve en mente, pero siempre pensé que tenía que haber alguna razón por la que escribirte, alguna razón por la que te pudiera interesar esta carta.
Vos pensarás que soy un viejo pelotudo, que en la última recta de su vida, ya aburrido, decidió recordar viejas historias, y no te equivocás.
La verdad amigo es que hoy estuve desvalijando cosas, viendo que podia tirar y que no, que podía vender y que no, y que podía servir como herencia y que no. Tenía ganas de ponerme nostálgico y bueno, cierto que ahora, ya jubilado, no tengo mucho que hacer, y me aburro, pero entonces ¿sabés que encontré?
Encontré un viejo álbum de fotos, y durante un momento pensé que sería el de mi boda, o algún otro, pero entonces ví tu nombre y el mío, las dos firmas sobre un título polvoriento y algo agrietado que ponía "Reliquia de nuestras vidas". Un título pegadizo, mirá que éramos ingeniosos ¿no? La cuestión es que miré dentro, intentando contener mi sonrisa, por que tampoco estaba seguro de lo que era, y entonces ví esa única foto, hecha a la antigua, en la que salíamos vos y yo de niños, uno con el brazo encima del otro, y se nos ve la sonrisa inocente (disculpá el borrón, estos temblores son terribles!) y bueno, lo que me llamó más la atención fue la tinta de pluma que había justo encima de la foto que decía " luego envejecimos".
Eso fue una señal, sigo sin saber por que pusimos aquello, tal vez estábamos borrachos, tal vez enojados, o simplemente haciamos el boludo, pero me lo puse a pensar. Eras mi mejor amigo, lo más parecido a un hermano, ¿y envejecimos?
Ya no creo que necesite algo por lo que escribirte, aunque irónicamente ahora lo haya hecho así, solo espero que esta carta te llegue, por que todo lo que querría charlar con vos, en una carta, sería imposible.
Cuidate Amigo, esperando respuesta, un abrazo.
En cuanto terminé de leerla, la pucha, reconozco que estaba alegre. Me pondría enseguida a contestarle, y como no, a preguntarme cosas sobre mi vida pasada, que al fin y al cabo yo tambien estoy viejito, con sus canas y arrugas. Sin embargo de aquella carta me llamó algo la atención, y es que estaba algo corroída, era como su hubiera pequeños indicios de humedad en ella, como si la lluvia la hubiera mojado, pero al terminar de escribir yo mi carta, mi contestación, comprendí que no era lluvia lo que había mojado la carta, sino la emoción de encontrarse con un amigo de hacía mucho tiempo.